martes, 22 de marzo de 2016

De la linealidad del texto a la no-linealidad del hipertexto

Nada tiene que ver un hipertexto electrónico con el texto escrito convencional. La inmediatez antes mencionada no solo ignora los filtros del tiempo y del espacio, sino que además establece una relación entre el interactuante y el texto digital basada en el recorrido interconectado de enlaces a otros documentos que enriquecen mucho más si cabe la experiencia digital. El texto en pantalla, además, “ayuda (al interactuante) a adquirir el hábito de la lectura no secuencial necesario en las recopilaciones, proporciona un medio de integrar la materia de un curso con la de otros cursos (…), formula líneas de investigación y representa una forma adicional de discusión y nuevas maneras de contribuir en los debates”[1]. Se trata de una nueva mentalidad de ver la realidad, un cambio de paradigma perceptivo para con la lectoescritura.

La ruptura con la linealidad que viene de la mano de la fuerte irrupción del campo hipertextual supone un nuevo modo ya no solo recibir y consumir textos, sino también de producirlos y apreciar su valor. Cuando la linealidad moderna del libro estaba todavía vigente, el lector quedaba atrapado en lo que el autor quería decir y, de algún modo, el autor ejercía un control sobre su obra y llevaba el peso de esa relación a tres bandas entre autor, obra y lector. La fuerte irrupción de la hipertextualidad desposee al autor de esa suerte de legitimidad sobre su obra y se la entrega al texto, y, por extensión, al lector. El lector pasa a ser un agente libre que no ve limitada su experiencia de lectura por los imperativos lineales ni de espacio del libro impreso. Dicho de otro modo, “el hipertexto potencia, privilegia al lector en el momento de establecer su relación con el autor y el texto” [2]. Y en sentido opuesto existe la misma correspondencia: el autor asume que su texto ya no le pertenece exclusivamente y que una vez lanzado al exterior pasa a formar parte de un todo con un propósito mucho mayor.



[1]- CAMPÀS, J.  'El llibre com a problema', pág. 26. Escriptures hipertextuals. Material docente UOC 
[2] GÓMEZ-MARTÍNEZ, J.L. Hacia un nuevo paradigma: El hipertexto como como faceta sociocultural de la tecnología [en línea] Ensayistas [fecha de la consulta: 22/03/2016]. Disponible en:  http://www.ensayistas.org/critica/teoria/hipertexto/gomez/hipertexto4.htmhttp://www.ensayistas.org/critica/teoria/hipertexto/gomez/hipertexto4.htm

viernes, 18 de marzo de 2016

Xanadú, ¡contigo empezó todo!

Le debemos el neologismo “hipertexto” a Ted Nelson, quien con su proyecto Xanadú quiso crear para toda la comunidad científica una red de conocimiento intercambiable[1]. El prefijo “hiper” hace alusión a esa trascendencia del texto, a esa liberación del texto con respecto al libro o documento impreso. Porque el hipertexto, ese complejo entramado de ideas y conocimientos de todo tipo, no cede al chantaje de la simplificación cognoscitiva. Hemos sustituido un conocimiento coleccionable que sólo contempla el dualismo pregunta-repuesta por otro tipo de mentalidad menos obvia en comparación. Porque el hipertexto “saca a relucir una nueva calidad del tiempo, que es la profundidad”,[2] en el sentido de que la experiencia digital del usuario es completamente libre, pues éste puede dirigir y redirigir su atención a donde se le antoje. La profundidad de la que hablan Kerckhove y otros autores como Paul Virilio, crea nuevas direcciones legítimas para la consecución del conocimiento y, por ende, facilita el planteamiento de nuevas preguntas. Y es que como apunta Kerckhove, la cultura de la pantalla alberga todo lo que el ser humano considera puede serle útil, es el reflejo tecnológico de las intrincaciones de la mente humana y su relación con el conocimiento[3]. El hipertexto sólo ha nacido y ha sido desarrollado como una alternativa plausible, como una respuesta, a las limitaciones de la razón humana tradicional.





[1]- CAMPÀS, J.  ‘Art, literatura i ordinador’, pág. 35. Escriptures hipertextuals. Material docente UOC 
[2]- KERCKHOVE, D. (1999) Inteligencias en conexión. Hacia una sociedad de la Web. Gedisa, Barcelona, pág. 115
[3]- KERCKHOVE, D. (1999) Inteligencias en conexión. Hacia una sociedad de la Web. Gedisa, Barcelona, pág. 122

viernes, 11 de marzo de 2016

El olorcito a nuevo como argumento tecnofóbico

Verdaderamente no somos conscientes de lo que supone esa mastodóntica invención conocida como “la red”. Ya no se trata simplemente de una comodidad más de ésta nuestra sociedad tecnológica, sino que va camino de ser una extensión de nosotros mismos. Y es que las posibilidades que ofrece el mundo digital son infinitas, por lo que es inevitable preguntarse cuál es el impacto del mundo digital en nuestro día a día. Impepinable parece que cuantas más facilidades y comodidades tenemos, más nos entregamos incondicionalmente a los placeres de la inmediatez. Lo queremos todo facilito y al instante; tanto es así que para sobrevivir hoy día basta con tener ordenador, teléfono móvil y yogures con bífidus.

Es la nueva cultura digital, la hemos construido y somos parte indispensable de ella. Cambiamos el mundo tanto como el nuevo mundo nos cambia a nosotros. Y nosotros sin enterarnos siquiera. El simple hecho de que estés leyendo las divagaciones de este humilde bloguero ya es un claro ejemplo de la trascendencia del mundo digital y, de forma irreductible, del hipertexto. La palabra escrita ha trascendido, ha vulnerado las leyes del tiempo y el espacio con la irrupción de las nuevas redes de comunicación y sistemas multimedia. No es de extrañar, pues, que para bien o para mal la literatura esté sumida en una severa crisis de identidad. ¿Quién no conoce a alguien que dice aquello de “para qué cargar con el tocho si lo puedo tener en la tablet”? Y lo mismo a la inversa, siempre habrá quien (¡presente!) reivindique el inefable olorcito a libro nuevo. Debemos hacernos a la idea de que hemos sembrado la semilla del debate; el germen de una nueva mentalidad.

El ser humano tiene la extraña manía de entender el progreso como un cambio que por defecto debe ser excluyente con el pasado. Así que, y aquí me meto en las arenas movedizas de la futurología, veo inevitable la obsolescencia del formato papel y todas sus bondades. ¿Qué bondades? Leer un libro impreso es mucho más que mover los ojos de lado a lado: es buscar un momento y lugar donde puedas zambullirte en las palabras, sostener en tus manos algo valioso. La lectura tradicional es una liturgia en sí misma y, como dice Joan Campàs en el primer módulo de los materiales de la asignatura, lo liviano del texto electrónico puede ser insoportable. Pero ese es un sentimiento de insatisfacción que va más allá de la entidad corpórea del libro, me atrevo a añadir que es un sentimiento de culpa hacia la semiconsciente simplificación de los términos de la existencia humana. Y esta simplificación paradójicamente es, ni más ni menos, el progreso. 


Berto.

jueves, 3 de marzo de 2016

¡Bienvenido!

Hola,

Nos emplazamos aquí con motivo de la asignatura 'Escrituras hipertextuales' de la UOC, una asignatura que debo confesar se me antoja tan apasionante como desconocida. Además de aprender adentrándonos en este mundo digital en auge, espero podamos divertirnos juntos. Ni que sea un poquito... Bromas a un lado, te doy la bienvenida a este mi blog personal.